La
presión social hace que los pañales en un niño de 3 años sean vistos
como un “atraso”. De hecho, sus padres suelen ser “aconsejados” desde
varios ámbitos: la familia –en especial las abuelas- y el jardín –que a
veces no acepta chicos que no controlen esfínteres a los 3 años- son las
fuentes de crítica más habitual.
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Ahora, antes de ceder a esta presión y sacarle los pañales sin más, hay que tener claro que el control de esfínteres es,
en algún sentido, como aprender a caminar: no se trata sólo de estímulo
y buenas intenciones para “enseñarlo”, requiere un grado de maduración
biológico que no se da al mismo tiempo en todos los chicos. Si bien lo
más habitual es que los niños lo logren entre los 2 y los 3 años, la
realidad es que el proceso no se completa hasta los 6 y es
importantísimo respetar los tiempos individuales.
Seguramente, con los 3 años cumplidos, el dejar el pañal ya
habrá sido un tema en la consulta con el pediatra y es importante
escuchar sus consejos, ya que los buenos profesionales saben acompañar
la individualidad de cada niño en este proceso y también pueden asesorar
a los padres sobre las cuestiones más generales.
¿A qué cuestiones generales habría que estar atentos para saber cuándo un niño está preparado para iniciar el proceso de despedida del pañal?
- El primer paso hacia el control de esfínteres se da cuando el chico anuncia que hizo pis o caca o en el pañal.
- El segundo paso, cuando lo anuncia mientras lo está haciendo.
- El tercer paso es cuando avisa antes de hacer.
Cuando el niño está transitando la segunda etapa, es bueno
empezar a llevarlo al baño para que haga pis o caca en su pañal pero en
el ambiente que más adelante será el único lugar donde podrá hacerlo.
Cuando termina, habrá que preguntarle si quiere que le cambien el pañal.
Cuando se encuentra en la tercera etapa, y al llegar al baño
todavía no hizo, se puede ofrecer una pelela o un adaptador de inodoro
sin forzar, sin aplaudir el éxito y sin señalar el fracaso.
No hay que despertar a un niño a mitad de la noche para
llevarlo al baño y así evitar “que se le escape”, no hay que dejarlo
mojado “para que aprenda”, no hay que acostarlo con un plástico por las
dudas ni hay que enojarse. También es fundamental no estar todo el
tiempo preguntándole al niño si quiere ir al baño, la idea es que él
mismo vaya logrando registrar sus sensaciones y pedir lo que necesita, y
si esto lleva un tiempo más allá de los 3 años, no hay problema.
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Una vez que se decide sacar los pañales, hay que estar atentos a
las necesidades del niño: hay chicos que no mojan la cama de noche y
otros que necesitan los pañales para dormir durante un tiempo más, otros
aceptan hacer pis en la pelela pero quieren que les pongan los pañales
para hacer caca, a otros se les “escapa” y nunca hay que retarlos por no
haber podido controlar: ya van a lograrlo y la presión no es más que un
obstáculo.
Por lo general, este proceso natural del control de esfínteres genera mucha ansiedad en los adultos,
por eso los padres deben ser los “guardianes” de las necesidades de sus
hijos y no deben permitir que las abuelas, el jardín o quien sea
pretendan imponer un hábito que el niño todavía no está en condiciones
de sostener.
Si el jardín exige el control, habrá que tener una charla explicando las
necesidades particulares del niño que todavía “no responde” a este
modelo. Si no hay espacio para este diálogo o comprensión, habrá que
poner en duda no la maduración del niño, sino la idoneidad profesional
de quienes están planteando semejante exigencia.